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DaniloAlberoVergara 10/10/2022 7:42:57 AM
DaniloAlberoVergara
Héroes, superhéroes, genios
Danilo Albero Vergara Escritor argentino
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Tags Literatura literatura hispanoamericana escritores latinoamericanos literatura latinoamericana Danilo Albero Vergara escritor argentino ensayos literarios novelas argentinas
 
Literatura latinoamericana, ensayos literarios, relatos, literatura hispanoamericana
 

Conocí a los superhéroes mucho antes que a los héroes. Al principio fueron Superman y el Capitán Marvel. Superman, cuyo nombre original era Kal-el, es hijo de dos científicos y nació en el desaparecido planeta Krypton, poco antes de una explosión que lo destruyó fue enviado a la tierra en una nave espacial. Ya aterrizado en algún lugar de los Estados Unidos el bebé Kal-el es adoptado por un matrimonio de granjeros que le dieron el nombre de Clark Kent quien, ya adulto, devino periodista en un diario, cuyo nombre he olvidado, y está de novio con su colega Luisa Lane. Cada vez que es necesario defender a los buenos, Clark Kent va a una cabina telefónica se quita el traje, camisa y corbata y aparece, debajo de sus ropas, Superman, al que no recuerdo haber visto en traje de baño. Superman es un superhéroe tiempo integral y lo único que lo debilita y pone en riesgo de muerte es la kryptonita verde, fragmentos provenientes de los restos Krypton, y que algunos supervillanos usan para enfrentar al Hombre de acero. Aunque, en una historieta del gaucho Inodoro Pereira, descubrimos que la verdadera kryptonita verde es la yerba mate.

Ya el Capitán Marvel, tiene sus poderes part time y no tiene nada que lo debilite, se me ha esfumado su nombre y oficio en la vida cotidiana pero no la forma como adquiere su extraordinario vigor, es por el conjuro de la palabra mágica: SHAZAM; sigla tomada de los nombres de seis sabios y héroes inmortales con los cuales intimé de niño: Salomón, Hércules, Aquiles, Zeus, Atlas y Mercurio. Hasta donde sé Marvel ha trascendido en una marca que aglutina variopintos superhéroes y superheroínas -que no es una variante mejorada de la heroína.

Pero la idea del superhombre es anterior a las historietas y fue acuñada por Nietsche a fines del siglo XIX, en Así habló Zaratustra, y lo llamó Übermensch. Ya a fines de la Primera Guerra mundial, el prefijo súper se trasladó a las naciones, y surgieron las superpotencias, concepto todavía vigente, y con el paso de los años llegaron hasta los cotidianos supermercados o “súper” a secas, con sus superofertas de final de mes. Los supermercados tienen como archienemigos a los mercaditos conocidos como “chinos”, cuyos propietarios han emigrado de la superpotencia asiática. Y estos minúsculos competidores que acosan a los supermercados deben su poder a la prolificidad, porque, quizás sin saberlo, se hacen ecos de la sentencia de Mao: “una hormiga no puede matar a un elefante, pero puede comérselo”.

Ya en mi imaginario de lecturas y saberes, los héroes vinieron después de los superhéroes, de la mano de la mitología griega y latina. Héroe -del griego éros, con el mismo significado actual y casi la misma pronunciación en varios idiomas- era, en la época homérica, todo guerrero u hombre libre que realizara hazañas de valor; también las hubo mujeres: las Amazonas, Odiseo, Aquiles y Circe. En el mundo de los seres reales uno de los primeros héroes conocidos fueron los 300 espartanos y su jefe Leónidas quien, cuando los persas le transmitieron la orden de Jerjes intimándolo para que entregue sus armas, respondió Molón Labe (ven a buscarlas). Molón Labe volvió a ser recordada, aunque en una variante en ruso y en términos más cuarteleros. El 24 de febrero del 2022, cuando los ucranianos defensores de la Isla de las Serpientes fueron intimados por un buque lanzamisiles ruso a rendirse respondieron: “¡Russki voyenny korabl, idí na juy!” (buque ruso andá a la mierda).

Cuando los héroes de la antigüedad clásica jugaban con ventaja por ser hijos de un dios y una mortal, tenían poderes equivalentes a los superhéroes actuales y algunos podían llegar a ser semidioses, tal el caso de Hércules hijo de Zeus y Alcmena o el troyano Eneas, hijo de la diosa Venus y Anquises, y fundador de Roma.

En la actualidad el concepto de héroe permanece impoluto desde la época clásica y tenemos héroes cotidianos, entre otros: enfermeros y médicos en casos de catástrofes, guerras o epidemias, bomberos o ciudadanos que, en alguna situación de peligro, ponen en riesgo su vida por ayudar a desconocidos. Aunque también el término sumó acepciones en sistemas totalitarios, así para Hitler y Stalin ascendían a este rango las madres prolíficas -que engendraban futuras madres y guerreros- y, para el último, también para distinguir a los “héroes del trabajo”, aquellos que se destacaban por su productividad laboral y mantener la boca cerrada. El único héroe del trabajo que goza de mi simpatía es el percherón Boxer de Rebelión en la granja y al cual Orwell, que conocía bien el paño del estalinismo, se encarga de pintarlo bastante lerdo de entendederas. De héroes y heroínas se nutren estatuas, calles y avenidas a lo largo y ancho del mundo.

Ya los genios descansan ocultos y aparecen cuando alguien, que conoce las claves, lo invoca, como el de la lámpara de Aladino o su variante, ahora en forma de vigor extraordinario otorgado por otros medios, es el caso de mi héroe de historietas favorito: Asterix. Asterix, con la ayuda de la poción mágica del druida Panorámix, sale a desfacer entuertos acompañado de su amigo Obelix, este sin necesidad de beber la poción, su fuerza es permanente debido a que se cayó, de niño, en la marmita donde Panorámix preparaba el brebaje.

Los tiempos modernos y la realidad cotidiana han rebajado, degrado y quitado el espacio de acción a los superhéroes. Los teléfonos celulares están acabando con los de línea y, en consecuencia, han desaparecido los teléfonos públicos y cabinas telefónicas aunque, por ser un atractivo turístico, algunas sobreviven en Londres como zona de wifi gratis; Clark Kent ya no tiene donde cambiarse. En el sumum de la irreverencia, hace años la revista satírica Mad sacó una portada con Superman, de pantalón y calzoncillos bajos, sentado en un inodoro, abriendo un paquete de virulana para limpiarse.

La antigua magia de los superhéroes tambalea en manos del lenguaje, ahora se está difundiendo el prefijo híper (del griego hyper “por encima de”) que empezó copando el diccionario; tenemos hipermercados, hiperactivos e hiperkinéticos, hipermétropes, hipersensibles e hipertextos. Y ya existen hiperpoderes.

El genio que los sustenta son las redes sociales, tener miles de seguidores, transforma a sus poseedores en influencers, ubicuos hiperhéroes del futuro.

 





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